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La pregunta del momento: ¿jugar a la defensiva o ir al ataque?

El nuevo escenario económico, con desregulaciones, podría generar una revalorización de activos.



En el campo, en la agroindustria en general, las expectativas y las señales representan un poderoso motor movilizador. Pueden impulsar acciones para estar a la defensiva o, por el contrario, jugar a la ofensiva. Lo primero se vio claramente con el kirchnerismo, que vía el intrincado esquema de trabas y regulaciones hizo que el sector estuviera como en la línea de largada de una carrera, pero sin arrancar. Lo segundo, con matices, es lo que había empezado a ocurrir en el negocio con el expresidente Mauricio Macri cuando en su momento dio un shock inicial de remoción de restricciones burocráticas.

La pregunta es, ahora, qué pueda pasar con el gobierno de Javier Milei. A priori, la suba de las retenciones no son un instrumento que puedan poner al campo a la ofensiva. Por el contrario, restan y no son una buena señal. A los productores les queda la promesa ya formulada de que finalizada la emergencia se quitarán los derechos de exportación. Será creer o no creer. El agro todavía recuerda la promesa del expresidente Eduardo Duhalde de unas retenciones por unos meses, en 2002. Ya pasaron 21 años, y los derechos de exportación siguen.


Más allá de este punto, que por cierto es central, hay otros factores para considerar, al menos desde el contexto de las expectativas. La llegada de Milei al poder trajo un renovado aire si esto se mira justamente desde esa óptica. Hay quienes piensan que, solo por citar un ejemplo, con medidas como la derogación de la ley de extranjerización de tierras ocurrirá una valoración de activos. Activos que se quedaron en precios si se compara con países competidores. El mismo cambio de época puede venir con el fin de las trabas para exportar e importar, con capitales que estén dispuestos a jugar en el país.


“Cambió la expectativa”, dice Horacio Busanello, exCEO de Los Grobo, expresidente de Syngenta y consultor. “Cambió la expectativa de la pata del Estado arriba del campo”, agrega. Incluye en eso que logrado el equilibrio fiscal se avanzaría sobre la prometida quita de los derechos de exportación. Busanello se detiene sobre un punto: dice que los activos están baratos y ve por ese lado alguna recuperación. Lo señala tanto por el valor de la tierra en sí como de las mismas empresas agroindustriales.


“Las regulaciones a nivel municipal, provincial y nacional someten a la cadena agroindustrial a trabas, barreras y sobrecostos para operar que se traducen no solo en una asfixiante burocracia y a las conocidas retenciones, sino también en cupos para la exportación, trabas a las importaciones de insumos, maquinarias y repuestos, restricciones a la inversión extranjera, problemas de acceso al capital, elevadas tasas viales e impuestos provinciales y sobrecostos para cumplir con una maraña de resoluciones y otras disposiciones”, argumenta. Y explica: “La consecuencia natural es una subvaluación de los activos de agronegocios de la Argentina en comparación con similares de otros países como Brasil y Estados Unidos, donde el Estado no los oprime con innecesarias trabas o regulaciones ni los exprime para quedarse con parte de sus ganancias, nunca de las pérdidas. La Argentina es el único país del mundo donde de una hectárea dependen directamente tres actores: el dueño, el inquilino y el Estado”.


En este cuadro, el consultor ve en el horizonte una revalorización de activos cuyo ritmo dependerá de cómo se vaya dando el proceso en marcha. Esto dependerá de la rapidez, profundidad y duración de la eliminación de las trabas, barreras, sobrecostos, tasas, impuestos y retenciones. Busanello ya ve un buen inicio con el fin de los cupos para exportar y de las trabas para importar, además de la mejora del tipo de cambio de exportación.


Ernesto Ambrosetti, consultor en agronegocios, habla también de un “nuevo horizonte” con las desregulaciones planteadas a través del reciente DNU. “Nos indica que el sendero que comienza a caminar nuestro país es alentador”, expresa.


Sin embargo, agrega otro costado no menor en este contexto: la paciencia. Lo señala así: “La paciencia será una virtud a desarrollar mientras todas las variables macroeconómicas comiencen a acomodarse hacia los loables objetivos que se ha propuesta la nueva política económica”.


“Los primeros pasos se han dado con la devaluación del dólar oficial, de un valor irrisorio a un valor razonable dentro del escenario que atravesamos “, indica mientras remarca también la liberación de exportaciones y el fin de las restricciones. A la defensiva o al ataque, cada productor, empresario del sector, decidirá, en libertad, cómo juega.


Por Fernando Bertello



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